Quién es Metinho, el fichaje más caro de la historia del Troyes


En 2004, Abel Silu llegó a la conclusión de que no podía seguir en la República Democrática del Congo. El país, que se independizó de Bélgica en 1960, estaba sumido en conflictos políticos, étnicos y religiosos, y hasta entonces ni siquiera había tenido transiciones presidenciales pacíficas (las primeras no tuvieron lugar hasta 2019 con la elección de Félix Tshosekedi). Abel nació en 1970, el año del Mundial de México, en el que el título de Brasil enamoró al mundo tanto por el exuberante fútbol de Gérson, Jairzinho, Rivellino, Tostão y Pelé, como por haber sido el primer Mundial mostrado a todo el planeta en televisión en color. Las jugadas de las estrellas brasileñas, con sus camisetas verde y amarilla, realzadas por el esplendor del sol mexicano, se convirtieron en imágenes icónicas. Abel creció, como tantos niños de esa generación, maravillado por Brasil. Por si fuera poco, para los niños de este país africano recién independizado la conexión era aún mayor: en 1969 el Santos de Pelé visitó el país, atrayendo a miles de personas. Es uno de esos acontecimientos que quedan grabados para siempre en la memoria de quienes pudieron vivir algo tan magnífico, que por un momento pudo romper una rutina marcada por el horror y la tristeza.

De ahí que, cuando Abel vio que no podía seguir en la República Democrática del Congo en 2004, la primera opción que se le ocurrió fue Brasil. Este hombre apasionado por el fútbol, y que tenía entonces 34 años, reunió dos mil reales y, junto con su mujer y su hijo de un año, dejó su ciudad, Matadi, y cruzó el Océano Atlántico, desembarcando en Río de Janeiro. Sin embargo, lo que Abel no podía imaginar entonces era que, 17 años después, los tres volverían a estar en el Aeropuerto Internacional Antônio Carlos Jobim, pero esta vez para acompañar a su hijo, que estaba cumpliendo un sueño que tienen millones de niños brasileños, pero que muy pocos consiguen hacer realidad: ser futbolista en Europa. “Es la historia de alguien que corre detrás de un sueño”, observa Abel en una entrevista a Globo Esporte. “En el Congo fue una época muy difícil. Nadie podía quejarse de nada, criticar al gobierno. Si hicieras eso, te atraparían y te matarían. Mucha gente murió así”.

Su hijo se llama Abemly Meto Silu, pero cuando llegaron a Brasil, Abel intentó rápidamente “abrasileñar” este complicado nombre. “Cuando llegué aquí, para facilitar la pronunciación de los brasileños, lo puse en diminutivo. Era la época de Diego (Ribas) y Robinho en el Santos, estaba Ronaldinho. Lo puse para reforzar su nombre y hacer que destacara”, recuerda el padre de Metinho. Metinho acaba de cumplir 18 años y ya ha embarcado hacia Europa con el estatus de fichaje más caro de la historia de un equipo de una de las cinco mejores ligas del continente. Llega al Troyes, recién ascendido a la Ligue 1, por cinco millones de euros, más primas. La venta se consumó a principios de este año, cuando el jugador aún tenía 17 años. El City Football Group adquirió a Metinho y Kayky, ambos del Fluminense, en una sola operación.

Sábado 7 de agosto, 21:00 horas, Troyes-PSG 

Metinho creció en una favela brasileña. La situación era complicada, pero comparada con el panorama bélico de la República Democrática del Congo, la favela de Cinco Bocas, en el barrio de Brás de Pina, era un paraíso. Sin embargo, el joven de doble nacionalidad brasileña y congoleña podría haber seguido otro camino. “Tuve gente que me guió”, recordó el jugador en una entrevista a Globo Esporte. “Me decían: ’Este camino no, este camino es malo. O vas a la cárcel o mueres.’ Ya he perdido amigos en la favela, había un gran riesgo de ver una bala perdida”. Pero el joven supo sobreponerse a las adversidades y triunfar con el balón en los pies. En 2020 fue capitán y uno de los más destacados jugadores del Fluminense, que acabó siendo el campeón brasileño sub-17. A principios de 2021 ascendió al equipo profesional, pero sólo jugó un partido, en el Campeonato Carioca. La previsión inicial era que el jugador se fuera a Europa sólo a finales de 2021, pero como el joven no venía siendo utilizado por el entrenador del equipo carioca, Roger Machado, el City Football Group pidió su liberación. No se sabe si Metinho será inicialmente titular en el Troyes, pero su llegada forma parte del proyecto del grupo de Abu Dhabi de desarrollar jóvenes talentos. Para esta temporada, además del joven de 18 años, han llegado Filip Krastev (19), Mykola Kukharevych (20) e Issa Kabore (20). Según el Manchester Evening News, Kayky, que se espera que deje el Fluminense a finales de año, también seguiría el camino de Metinho. “Después de haber identificado a los dos jóvenes prometedores brasileños y de haber vencido a la competencia para ficharlos, el Troyes ha sido elegido el lugar perfecto para que estos dos jóvenes sean probados”, observa el periódico inglés. “Guardiola admira desde hace tiempo la liga francesa por su capacidad de desarrollar jóvenes talentos, y el City dispone ahora de un equipo en la primera división donde puede probar a algunos de los jugadores que aún no obtendrían el permiso de trabajo para jugar en Manchester”.

Con 1,78m de altura, Metinho es uno de esos centrocampistas que juegan con elegancia, siempre con la cabeza erguida, y puede jugar tanto de pivote como de interior. En Brasil se le llamaba a menudo Pogbinha, debido a sus similitudes físicas y técnicas con el jugador del Manchester United. En 2020 fue incluido en la lista “The Next Generation”, del The Guardian, que reunía a los 60 mejores jugadores del mundo nacidos en 2003.

Una mañana de noviembre del año pasado, Metinho fue sorprendido al despertarse con un mensaje en el que se le comunicaba que Tite le había llamado para participar en los entrenamientos de la selección brasileña de cara a los partidos contra Uruguay y Venezuela. “Estaba durmiendo, me desperté a las 8:30 de la mañana y había un mensaje del Fluminense hablando del periodo de entrenamiento, con mi nombre y el de Luiz Henrique (para la Seleção)”, recuerda el centrocampista.  “No podía creer que fuera verdad, estaba tan feliz. Es un sueño hecho realidad. Los jugadores con los que solía jugar en los videojuegos están aquí. Estoy cumpliendo mi sueño y el de mi padre”.

Mientras se entrenaba con las estrellas de la Seleção en la Granja Comary, en Petrópolis, Metinho pudo sentir un poco lo que es estar entre los mejores del país. “Es un sueño jugar con la selección brasileña, vestir la camiseta amarilla”, admitió. “Me siento muy feliz de estar aquí en la Seleção. Brasil me ha proporcionado muchas cosas, estoy muy agradecido”, reconoció el jugador. “Brasil hizo realidad mi sueño y el de mi padre, que siempre fue muy trabajador. Si no fuera porque mi padre vio el fútbol de aquí, siendo fan de Ronaldinho y de otros jugadores, siempre soñando con venir al país conmigo, no estaría aquí”.

Abel Silu creció viendo brillar a las estrellas de la Seleção con la amarelinha. Jairzinho, Robinho, Ronaldinho. Cuando dejó Matadi no podía imaginar que un día, su hijo, Abemly Meto Silu, entonces un bebé que apenas podía hablar y andar, se convertiría un día en Metinho y podría vestir esa tan famosa camiseta verde e amarela. Lo que entonces parecería un disparate, es algo cada vez menos absurdo. Cosas de la vida.

Apoya los contenidos en MarcadorInt y conviértete en un mecenas del proyecto a través de Patreon. Puedes apuntarte aquí.

Foto de portada: H4stings bajo licencia Creative Commons 4.0.