El Sporting CP busca consolidarse entre los grandes


La paliza que Alemania infligió contra Brasil en el Mineirão en julio de 2014 no fue el primer 7-1 de las carreras de Philipp Lahm, Bastian Schweinsteiger, Miroslav Klose y Thomas Müller: cinco años antes, los alemanes, vestidos de rojo y blanco habían destrozado al Sporting CP en Múnich en el partido de ida de los octavos de final de la Liga de Campeones. No satisfechos, los de Jürgen Klinsmann le clavaron cinco en Lisboa al Sporting, que esta vez ni siquiera marcó. 12-1 en el global. Otra humillación más para los sportinguistas.

Si se sabe que en Portugal hay tres grandes, en las últimas décadas -a juzgar por sus logros- parecía que sólo había dos: el Sporting sólo ganó tres títulos de liga en los últimos 38 años. El Porto 22, el Benfica 13. Tendríamos que remontarnos a 1983 para conocer la última vez que los leões alcanzaron los cuartos de final de la Liga de Campeones. Desde entonces, sólo disputaron una eliminatoria de Champions, la mencionada derrota ante el Bayern. El Porto, por su parte, conquistó dos veces el título más importante de Europa, además de ser un habitual de las eliminatorias finales (6 participaciones en la última década), del mismo modo que el Benfica (3). La disparidad se hizo demasiado grande. En el año 2021, los jóvenes aficionados del Sporting que se acercaban a la mayoría de edad aún no habían visto a su equipo vencer la liga nacional; la última vez había sido en 2001-02. Entretanto, vieron al Porto ganar 11 títulos y al Benfica 7. Mientras los aficionados de los dragões y de las águias debatían sobre sus últimos títulos o sus próximos rivales en Champions, los hinchas del Sporting permanecían en silencio; las únicas glorias que conocían se las habían contado sus padres y abuelos.

Hinchas del Sporting CP. Foto: Focus Images Ltd.
Hinchas del Sporting CP. Foto: Focus Images Ltd.

Entonces llega un momento clave en el que los corazones sportinguistas se llenan de esperanza, que, como dice Machado de Assis, es el peor de los sentimientos: en la temporada 2015/16, el club le arrebata al Benfica a su entrenador, el multicampeón nacional Jorge Jesus, en uno de los fichajes más polémicos de la historia del fútbol portugués. Jesus juró amor a los colores verde y blanco. En el entorno del Sporting se le veía como el Mesías, el hombre que devolvería a Alvalade a los buenos viejos tiempos. Se hicieron grandes fichajes, el equipo tenía nombres importantes. Jesus, como siempre, armó un gran equipo –que incluso contribuyó al título de la selección en la Eurocopa-. Pero el destino pareció cruel con los sportinguistas y al final de la liga perdieron el título a manos de sus rivales vecinos, y los que celebraron en la Praça Marquês de Pombal una vez más fueron los benfiquistas. Al igual que en la temporada siguiente, la 2016/17. En la 2017/18 fue campeón el Porto. Al final de ésta, unos vándalos irrumpieron en el centro deportivo del Sporting y agredieron a los jugadores y a miembros del cuerpo técnico. Jorge Jesus se fue por la puerta de atrás, al igual que Rui Patrício, William Carvalho, Gélson Martins y algunos más. Para el Sporting el panorama era devastador. Sinisa Milajhovic firmó con el club, pero ni siquiera debutó. Entonces llegó José Peseiro y cuatro meses después el holandés Marcel Keizer, que se quedaría en el club hasta el final de 2019. Y, con un Bruno Fernandes descomunal, echándose literalmente el equipo a la espalda, el Sporting aún consiguió algunas cosas: una Taça de Portugal por aquí (2019), dos Copa de la Liga por allá (2017 y 2018), pero fue poco para uno de los gigantes del fútbol nacional. Y entonces, a principios de 2020, Bruno Fernandes dice adiós, ganándose su ya más que merecido paso a un gigante continental. Y la pregunta que quedaba era: ¿y ahora qué? Se esperaba que el Sporting se hundiera. Su entrenador, Silas, acumulaba resultados negativos.

Fue entonces cuando el Sporting se fijó en un viejo conocido, un jugador que tantas veces había celebrado títulos nacionales con el rival de al lado, un jugador que había disputado más de 150 partidos con el Benfica. Rúben Amorim comenzaba su carrera como entrenador de forma vertiginosa: llevaba 10 victorias en 13 partidos al frente del Braga. Hay decisiones que cambian la historia, que son verdaderos puntos de inflexión, esos momentos clave que se recuerdan durante décadas: el momento en que Pep Guardiola se hizo cargo del Barcelona, cuando Zinedine Zidane sustituyó a Rafael Benítez como técnico del Real Madrid, el día en que Jürgen Klismann fue nombrado entrenador del Bayern (Por cierto, no está mal recordar que Àxel escribió un libro sobre ello). Ese momento para el Sporting ocurrió el 5 de marzo de 2020. Frederico Varandas decidió pagar 10 millones de euros para contratar al joven entrenador, ídolo del mayor rival del Sporting, lo que generó un gran malestar en los círculos sportinguistas. Se había vendido a Bruno Fernandes, acababa de irse Silas, el equipo iba de mal en peor ¿y el presidente todavía tiene la audacia de gastar 10 millones de euros en un entrenador? ¿¡Que es un ídolo del Benfica!?

Los sportinguistas se sintieron como Gonçalo Mendes Ramires, el protagonista de Éça de Queirós en La ilustre casa de Ramires. “Una terrible desconfianza en sí mismo, que lo acobarda, lo encoge”, decía el novelista sobre Gonçalo. “Hasta que un día se decide y aparece un héroe que lo arrasa todo…”. Tal fue la transformación sufrida en el alma sportinguista. Amorim llegó acumulando victorias al final de la temporada 2019/20, como si no necesitara a Brunos Fernandes. La temporada siguiente, contra el poderoso Porto de Sérgio Conceição y el Benfica de Jorge Jesus -que ya se había convertido en Judas Iscariote en Alvalade- el Sporting arrasó todo: 26 victorias, siete empates y una derrota en liga. Amorim transformó un equipo modesto, sin estrellas, en un campeón soberano e indiscutible.

Para la temporada 2021/22 sólo hubo una baja: el club perdió al excelente Nuno Mendes, que se fue al PSG, pero los fichajes realizados reforzaron la plantilla: Rúben Vinagre es un buen sustituto tras la salida del joven lateral. También han llegado Ricardo Esgaio, Manuel Ugarte y Pablo Sarabia, así como Paulinho, que arribó procedente del Braga durante la pasada temporada. El grupo actual de la Liga de Campeones es duro: Ajax, Beşiktaş y Borussia Dortmund. El objetivo es alcanzar, por segunda vez en el siglo, los octavos de final de la principal competición continental. La gran pregunta es si Amorim podrá compaginar la lucha en la liga contra el Benfica y el Porto -con plantillas mucho más caras que la suya- con una buena campaña a nivel europeo. El debut contra los holandeses en el Alvalade fue bochornoso: en una exhibición de Antony y Sébastien Haller, el Sporting sufrió una dura derrota por 1-5. El equipo mostró su reacción ganando los dos siguientes partidos de liga, contra el Estoril y el Marítimo. Ahora, si quieren llegar a las eliminatorias finales de la Champions por primera vez en 12 años, tendrán que encarnar el espíritu heroico al que aludía Eça de Queirós en los viajes a Alemania y a Turquía en las próximas jornadas. Dura misión para Rubén Amorim. Hay que tener en cuenta que siempre existe la posibilidad de que al joven entrenador le ocurra lo que tantos sufren en el implacable mundo del fútbol -donde los éxitos se olvidan rápidamente y los errores se recuerdan durante mucho tiempo-, que se convierta en víctima de su propio éxito.

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Foto de portada: Horn/Focus Images Ltd