El Real Madrid y la Champions: la historia de cada primavera


El idilio del Real Madrid con la Champions es inquebrantable. Es la relación amorosa entre dos seres, en este caso un club y una competición, que, como dice la definición, es vivida con mucha intensidad y en una corta duración. El Real Madrid y la Champions League es ese amor de verano que uno sabe que siempre vuelve porque en el fondo, aunque puedan estar muchos meses sin hablarse, los dos saben que nunca se ha ido. Solo así, recurriendo a todos esos elementos que tienen que ver con la mística más alejada del raciocinio humano, puede explicarse este enamoramiento entre estos dos sujetos que se buscan, se esperan y se respetan siempre sin que importe el efecto del paso del tiempo. Posiblemente, ni el cine ni las novelas nunca alcanzarán a describir un amor tan puro como el que se profesan Real Madrid y Champions League cuando llega la primavera. Siempre se ha dicho que la temporada empieza realmente cuando el sol invade una parte del césped en el momento en que empieza el partido de Champions; aunque en los últimos años el cambio de horario (de las 20:45 a las 21:00) nos haya privado a los más románticos de nuestra puesta de sol preferida en el mundo entero, esa en la que el techo del estadio refleja formas raras en la banda que se resiste a ser devorada por la penumbra. Y este momento del curso coincide con un fenómeno que este año ha renovado sus votos ante los ojos de todo el continente europeo. El Real Madrid ya está entre los cuatro mejores del torneo, ratificándose así como el equipo con más semifinales (14) en la historia de la competición. Será la 9º que disputa en los últimos 11 años. Y lo ha vuelto a hacer de la mano de quien mejor lo entiende.

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El Real Madrid sufrió ayer en Anfield, como lo hace cualquier mortal que pretende dejar fuera de una eliminatoria al Liverpool (de Jürgen Klopp), pero esa agonía no fue constante. Y no lo fue porque el Real Madrid volvió a imponer su tremenda jerarquía (y calidad técnica) en un escenario del máximo nivel. A los puntos quedó demostrado que el mayor peligro que consiguió generar el Liverpool durante todo el encuentro, que tuvo sus ocasiones claras ante Thibaut Courtois, venía siempre precedido de un robo y una transición al espacio. Esta fue la única manera desde la que el Liverpool logró intimidar al Real Madrid en los metros finales. Recuperando y corriendo, que es la única forma (y no todas las veces) en que cogía al equipo blanco malparado en su propio campo. Es cierto que el cuadro red apretó mucho en el inicio, como también era de esperar, ya que debía remontar una desventaja de dos goles en su contra, y en cierto modo, hasta que el Real Madrid consiguió ubicarse en el escenario y entendió que su mejor escudo no era la defensa sino la posesión del balón, lo cierto es que logró desafiar la portería de un Thibaut Courtois nuevamente diferencial con su repertorio en el área pequeña. El portero belga es una certeza competitiva en toda regla.

Liverpool 0
Real Madrid 0

RM-LIV vs Away team - Football tactics and formations

El primer disparo del Real Madrid fue antes del minuto 10, un remate de Modric que fue rechazado a córner en la frontal del área, pero no fue hasta el 12-13, después de que Courtois sacase una gran mano cambiada a la escuadra para repeler un disparo de Milner, cuando los futbolistas de Zinedine Zidane entendieron que la clave del partido estaría en sus posesiones. Es cierto que el Real Madrid, en algunos tramos, pudo pecar de cierto conservadurismo en sus circulaciones, llevando el balón de un lado a otro sin mayor designio que hacer correr a su rival, pero esta postura fue un recurso muy eficaz para cortar de raíz con los ataques del Liverpool. Como ya comentamos en la previa de este encuentro, los dos equipos llegaban tocados por las bajas, y Zinedine Zidane consideró oportuno que la mejor opción para su lateral derecho era reconvertir a Fede Valverde a una posición nueva, pero no del todo extraña, puesto que el jugador uruguayo acabó el Clásico del pasado sábado, sin ir más lejos, jugando casi como un doble lateral (tras la lesión de Lucas Vázquez y la posterior entrada de Álvaro Odriozola) ante la amenaza de Jordi Alba. Y lo cierto es que, una vez le tomó el punto a su rol y registro, teniendo en cuenta que delante tenía a un extremo como Sadio Mané, y que él era otro que llegaba físicamente muy justo al encuentro, Valverde cumplió con muy buena nota; protegió su zona, sumó con balón y se incorporó al espacio.

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La intención del Real Madrid fue la misma que en la ida, el Clásico y en tantos otros partidos de la presente temporada: absorber la presión rival cerca del área, asumiendo el gran riesgo que esto conlleva en caso de una posible pérdida, y una vez atraída, con el rival muy encima, rajar ese esfuerzo defensivo con el talento creativo y organizativo de los futbolistas mejor dotados de la plantilla. Es cierto que en algunas de esas salidas y en alguna posesión que otra el equipo blanco pudo echar en falta un punto extra de amenaza al espacio, pues solo Vinícius aceleraba el juego hacia delante tras recibir en el sector izquierdo, pero aun así no se puede un poner un pero a la gestión que el Real Madrid realizó del encuentro. Cuando el equipo perdía el balón la disposición era un 4-4-2, con Benzema y Modric (el interior que saltaba) a la misma altura, y en repliegues algo más bajos en campo propio, un 4-1-4-1 en el que los dos extremos, Asensio y el propio Vinícius, exhibieron un compromiso máximo en el retorno para ayudar a sus laterales ante Mané y Robertson, en izquierda, y Salah y Alexander-Arnold, derecha. En este punto, eso sí, cabe señalar que la vigilancia de Vinícius en su lado no siempre fue del todo fina. El brasileño se centró muchas veces en marcar las subidas de Alexander-Arnold por su costado, pendiente de lo que pudiese realizar el lateral incluso antes de recibir el balón, y se desentendió de las recepciones interiores de un Salah bastante activo en esos apoyos intermedios (entre la banda derecha, la cual liberaba para las subidas de TAA, y la frontal del área de Courtois).

Mohamed Salah fue el mejor futbolista del Liverpool en el encuentro de vuelta. Foto: Russell Hart/Focus Images Ltd
Mohamed Salah fue el mejor futbolista del Liverpool en el duelo de vuelta. Foto: Russell Hart/Focus Images Ltd

Y es importantes señalar este detalle porque sin superioridad (numérica/posicional) dentro, que es la que quiso establecer el Liverpool en sus ataques más posicionales con esos movimientos más internos de Salah, la profundidad en banda siempre será menos eficaz, puesto que el lateral (Alexander-Arnold, en este caso) siempre estará mucho más vigilado por el defensa rival. Salvo por ese pequeño desajuste atrás, lo cierto es que la defensa posicional del Real Madrid le planteó una serie de retos al Liverpool, y este, salvo por las acciones de Salah o los centros de Alexander-Arnold en la banda/línea de fondo, no supo cómo resolverlos. Por eso decíamos más arriba que como más cómodo (y peligroso) se encontró el Liverpool atacando era recuperando y transitando en campo contrario. Los dos conjuntos tuvieron opciones a lo largo de la noche de hacer gol. Las tuvo el Liverpool, que salió muy enchufado también tras el descanso, y así, para empezar, Courtois le sacó un buen balón abajo a Firmino, y las tuvo también el Real Madrid, de una forma mucho más interrumpida, atacando el espacio a través de los apoyos de Benzema, muy activo como siempre en sus recepciones de espaldas a portería, y las incorporaciones en segunda línea de los Vinícius, Asensio y Valverde. Klopp mejoró a su equipo con el paso al 4-2-4. Fabinho bajó al centro de la defensa, Thiago y Wijnaldum se quedaron en medio campo y la entrada de Diogo Jota en el sector izquierdo desplazó a Sadio Mané a la derecha, que, a su vez, provocó que Mohamed Salah pasase a jugar por dentro, en punta, al lado de Firmino.

Fue en ese tramo del encuentro en el que más y mejor empezó a recibir Salah cerca del área, muchas veces incluso ya en zona de remate, y el mismo en el que los dos centrales del Real Madrid, Éder Militao y Nacho Fernández, le permitieron al Real Madrid mantener la cabeza siempre fuera del agua. El partido de los dos defensores del conjunto blanco fue de matrícula. El central brasileño estuvo muy activo en la corrección dentro del área, para despejar y bloquear disparos, y también fuera, saliendo incluso a la cobertura sobre su sector derecho; mientras que el español volvió a darle al equipo ese extra de agresividad en el salto, las persecuciones y los marcajes que disuadieron muchos de los ataques del Liverpool en los metros finales. El equipo acabó resistiendo en Anfield con la cabeza muy alta, a pesar de que sus futbolistas, como ya había avisado Zidane en los últimos días, están al límite de sus posibilidades físicas. El Real Madrid y la Champions League ya se han reconocido, como cualquier otra tarde de primavera cuando llegan estas fechas, y ahora el que ya estará volviéndose loco para dar con la fórmula mágica que deshaga este encantamiento será su rival en las semis, el Chelsea de Thomas Tuchel, que vuelve a ellas siete años después.

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Foto de portada:  Kristian Kane/Focus Images Ltd.